lunes, 12 de noviembre de 2012


Ventajas del hablar en público

En una ocasión un joven me confesó que había empezado a ascender en su empresa únicamente tras haber superado su miedo a hablar en público. Era algo que siempre le había producido pánico. En cuanto fue capaz de dominar esos sentimientos y desarrolló diversas técnicas de oratoria, descubrió que era un conferenciante más que aceptable. 

Ventajas de que disponemos:

-Sin duda, nosotros somos quienes mejor conocemos el tema de la conferencia.
Si nos olvidamos de algo los oyentes ni se darán cuenta. No olvidemos que el público nunca sabe lo que tenemos pensado decir en un principio.
-La mayoría de los oyentes se encuentran más a gusto sentados donde están, que de pie donde estamos nosotros. Por consiguiente, simpatizan y comprenden la situación.
-Por regla general, el público desea nuestro éxito. Están de nuestra parte y no en contra.




Los tres usos de las palabras

Cuando una empresa necesita comunicarse con sus empleados para transmitirles un mensaje importante, el mejor modo de hacerlo es por vía verbal.

Independientemente del auditorio al que te enfrentas, debes aprender a comunicarte de manera eficaz. Al ponerte en pie para tomar la palabra te conviertes automáticamente en una autoridad en la materia, y tu público desea escucharte. Las palabras empleadas pueden servir para:

-Informar: en ocasiones sólo queremos informar a nuestro público. Por ejemplo, puede que sólo queramos hablarle de algunas cifras de la producción de la semana anterior, o sobre los resultados de una reunión mantenida con un cliente importante.

-Explicar: quizá el objetivo de la charla sea el de explicar brevemente un nuevo procedimiento a seguir. Por regla general las charlas explicativas también suelen proporcionar información.

-Persuadir: las conferencias persuasivas suelen ser las más complejas. Lo ideal es poner la información y la explicación al servicio de la persuasión.

Si tenemos claro nuestro propósito, la conferencia resultará más fácil de preparar y de dar.


Superar el miedo escénico

¿Qué pasa por nuestra mente cuando pensamos en una conferencia pública? Quizá nos acordamos de aquel incidente ocurrido durante nuestra infancia, cuando nos olvidamos de una de nuestras frases durante la representación escolar. 

Este tipo de recuerdos basta para provocar escalofríos hasta en las personas más decididas. 

El miedo escénico es una sensación normal en cualquier persona que haya tenido que enfrentarse a un auditorio. El miedo escénico es un proceso de ansiedad que sienten la mayoría de las personas cuando deben ponerse en pie para hablar ante un grupo de oyentes.

Según un antiguo dicho, "el que duda está perdido". Lo mismo se puede decir de cualquiera que deba hablar en público. 

Si somos capaces de hablar con firmeza, no sólo atraeremos la atención del público sobre nuestro discurso, sino en gran parte sobre nosotros mismos también, y ofreceremos la imagen de alguien preparado para el liderazgo.

El objetivo: una conferencia positiva

La mayoría de las reuniones a las que se asiste son todas iguales. Los empleados o alumnos se sientan, escuchan al orador durante unos minutos y luego empiezan a dormitar y a pensar en sus cosas. A continuación enuncio mis seis reglas de oro:

  1. El mensaje debe ser claro para no dar lugar a malas interpretaciones.
  2. Se tiene que parecer convencido de lo que se dice. Hay una gran cantidad de oradores que parecen interesarse muy poco por el tema tratado.
  3. Hay que ser uno mismo. No hay que interpretar un papel ni copiar las maneras de otros oradores. Nunca funciona.
  4. La presentación debe ser personalizada. Debemos dejar translucir la personalidad de cada uno y poner su sello particular en el discurso.
  5. Hay que conectar con el público. La conferencia debe convertirse en un cara a cara para cada uno de los asistentes.
  6. Se debe informar a los asistentes del motivo de su presencia allí y de por qué deben escuchar. En caso contrario no lo harán.

Las tres V: técnicas verbales

Independientemente del tipo de charla, hay tres técnicas que deberían emplearse siempre. Empleadas conjuntamente, te permitirán convertirte en un orador ameno e interesante. Estas técnicas se conocen como "las tres V", y son: verbal, visual y vocal.

Técnicas verbales.

La mayor parte del tiempo que invertimos en preparar una charla se destina a la mejora de las técnicas verbales. Éstas son, entre otras:

  • La elaboración de un mensaje claro.
  • Convertir la presentación en algo relevante para el público.
  • Analizar a los oyentes.
  • Subrayar las ideas principales.
  • Reunir evidencias en apoyo de nuestras opiniones.
  • Organizar la información.
  • Disponer de un soporte visual para ilustrar la información verbal.
  • Implicar al público.
  • Mantener una sesión de preguntas y respuestas.


La organización de la información la hará más comprensible y más persuasiva.

Técnicas visuales 

La mejora de las técnicas visuales.- Las técnicas visuales no se refieren a los apoyos visuales que ilustran la conferencia (proyector, pantalla...), sino a la imagen visual que proyectamos como oradores. Cuanto más interesante resulte observarnos, más posibilidades hay de que el público nos preste atención a lo largo de toda la conferencia. Las técnicas visuales son, entre otras:

  • El contacto visual con cada uno de los oyentes.
  • Los gestos que describan y refuercen las ideas.
  • Las expresiones faciales que comuniquen los sentimientos y actitudes.


A menudo no se tienen en cuenta estas técnicas, y su ausencia puede hacer que la presentación resulte menos interesante.

Técnicas vocales.

La voz es una parte clave del orador. Las técnicas vocales son, por ejemplo:

  • Elevar y bajar la voz en función del énfasis que se quiera dar.
  • Cambiar el ritmo para llamar la atención al público.
  • Emplear pausas para remarcar los puntos importantes.


El éxito como orador viene determinado por el modo en que se emplean estas técnicas para llamar la atención del público.



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